Vistiendo hábitos

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Uno de los aspectos más relevantes de la Era Disruptiva es que, como lo sostuvo el notable, longevo y fallecido politólogo Giovani Sartori, el homo videns y la imagen son determinantes. Es el gobierno de la videocracia y nuestro cuerpo se ha extendido al celular. Retenemos imágenes y palabras como percepciones de la realidad.

Las percepciones son subjetivas, pero cuando son compartidas detonan sentimientos y acciones colectivas afines o polarizadas. La política sabe mucho de esto, sus duendes han invadido nuestras casas aprovechando esa individualidad. Padres e hijos suelen discrepar más que antes. La generación Z, menores que los milenials, priorizan las experiencias en vez del dinero y las carreras.

Construir una imagen toma tiempo, esfuerzo y frecuentemente mucho dinero. Imagen y confianza generan prestigio si se procede muy bien. Cuando la imagen es portentosa e irradia atributos que apreciamos, el resultado es la percepción de una imagen sólida. La pérdida de lo acumulado puede tomar un minuto y hacer un meme, dos.

El cerebro un sistema binario que busca recompensas y rechaza amenazas y está en nuestro subconsciente obrar acorde a dichos estímulos. Financiar la política responde a un estímulo y éste puede ser bueno o malo. Por ejemplo, procurar el bien común o enriquecerse.

Con este prolegómeno, es necesario buscar un equilibrio veraz entre percepción, realidad y contexto y obrar en consecuencia. Es más, resultaría prudente no tirar la primera piedra y muy higiénico echar a los fariseos del templo.

¿A quién sorprende los destapes de financiamiento de ciertas campañas después de tanta agua bajo el puente?. El ayer asalta el resente. No hemos vestido hábitos ni somos parte de coros celestiales. Las cuantías y el ocultamiento hacen la diferencia por cuanto violaron la norma, pero también la informalidad y la impunidad reinantes en el país son el contexto. Valga la precisión, y que no quepa ninguna duda, explicable no es lo mismo que justificable. Recordemos la cantinflesca frase, aún ruidoso el huaico, “el puente no se cayó, no se desplomó” y hasta ahora no se conocen responsables

Por ello, urge romper con el engranaje del dinero oculto y fuera de la ley, venga de bolsillos nacionales o extranjeros. Hay nuevas normas que rigen el financiamiento de la actividad política pero no las hemos probado. Después de las elecciones parlamentarias complementarias, debemos saber con nitidez si cumplieron con su finalidad. Si no cumplieron, debemos aprender de los países nórdicos, ejemplo de casi todo lo bueno que se puede emular del calvinismo económico. Verdad y austeridad. Mientras no desterremos la media verdad, el cálculo político y el ventajismo económico, la auditoría financiera de la política partidaria será ilusión o seguirá pisando la zona gris de la criminalización desde el hoy poderoso púlpito fiscalizador.

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