SIEMPRE GRAU

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Por Javier González-Olaechea Franco
Lima, 27 de julio del 2020
Hoy se cumplen 186 años del nacimiento del Gran Almirante, estudiado y admirado hasta en ultramar.
Subrayo que, a pesar que Inglaterra fue en la realidad quien completó el cuarteto de la mal llamada guerra del Pacífico, en Londres está un busto de Grau que merece todo el respeto del Almirantazgo británico. Conociendo los orígenes grises de su predominio de los mares hace luengo tiempo, no es dato menor.
Para mí, Grau es el gran ciudadano de nuestra historia republicana y cívica. Las cartas a su esposa, entre otros tantos testimonios, reflejan al peruano frente al honor, la responsabilidad y el sentido del deber trascendente.
El rescate del mar de heridos combatientes chilenos, llevarlos a sus instalaciones en tierra firme para ser curados y las cartas de altísimos consideraciones a la esposa del Almirante Prat haciéndole llegar sus pertenencias, son testimonios inigualables de la inmensa calidad y superioridad moral de nuestro Gran Almirante y mejor ciudadano.
Se ha estudiado con rigor su contribución más no se lo ha emulado en la vida política y ésta es quizás la más impactante razón del desapego cívico y social de crecientes sectores que o contribuyen a, o padecen de anemia social generando con ello la exponencial fragmentación y el empobrecimiento del
compromiso con el Perú en tanto proyecto de vida en común.
Como nos lo recordara Ghandi, más que los actos de los malos me horroriza la indiferencia de los buenos.
Considero que estamos llenos de “ismos” muy poco proclives a la convergencia en las estaciones de nuestras vidas.
En línea con la historia de las ideas, de los proyectos políticos y la praxis política, cuando el fanatismo pandémico horada y gangrena el cerebro social, la enfermedad termina siendo incurable.
Nos merecemos un Perú orgulloso, pujante, solidario. Yo sí creo que se puede.

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