Partió mi muy querido hermano Manuel, y ya lo esperan

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Parten los pájaros buscando comida,
siguen los vientos y encuentran calor.
Parten siempre las crías crecidas,
se acoplan y tejen sus preciados nidos,
el mar se extiende y el sol se acuesta en él,
suave y lentamente.

La naturaleza es una gema de colores muy matizados,
nos embriaga y nos preserva en nuestra porfía.
Fuimos creados y también salvados en el Arca bíblica,
cuarenta noches y cuarenta días nos arropamos,
juntos, animales, especies y algunos abuelos,
en las tres capas de la nave, en la cima de Ararat.

Nuestro Dios increado nos libra en la finitud terrenal,
esa vida a la que con ceguera la privamos de amor.
Es un andar trastabillando en medianías inhaladas,
que adoramos más cuando el latir se va apagando,
cuando lloran nuestras venas arropando al querido.

Descansa y alcanza la plenitud hermano mío,
acuéstate bajo el manto de Selena y espera,
te aguardan los muy tuyos y la plenitud de Aurora,
otra diosa que amaneciendo con su luz te lleva,
y por siempre para tu felicidad eterna.

Lima, 23 junio del 2019

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