La luna ilumina

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Nuestra existencia cabalga sin arnés

empujada por doquier y desprovista de cariz,

veloces y desnudos de luces presumimos

estrujando las sabidurías ancestrales,

aterrados por el virus con coronas de papel

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

Hemos despreciado dones, certezas y deidades

ciegos ante aguas, tierras y cielos sufrientes,

se acumulan las especies ya idas.

Soberbios, invocamos a los dioses del mal

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

Secundamos inconscientes a las primeras víctimas

con almas metalizadas corremos embriagados

nuestras ambiciones ya sin piedad depredaron,

siempre acortando la vida de los primeros

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

Talando por que sí, invadidos de profunda estulticia

trivializamos templos sin amor ni rubor

evacuamos residuos sitiando la naturaleza,

adorando sin linderos la avaricia y la codicia

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

Persistimos en el oscurantismo del dominio

alejamos la evidencia de las eternas verdades

alteramos los significados, los sentidos y más,

prostituyendo el bienestar con excedencias

son los ejércitos sin neuronas ni fronteras actuando

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

La ira enrostra nuestra insaciable y exhibida lujuria

y allí siempre están los famélicos e ignorados,

al tiempo que despilfarramos en armas y planetas,

escucho y palpito los tambores de guerra del nuestro

y así despertamos y medrosos lloramos.

 

Los sueños se diluyen y el dios Sol girando también llora,

por los ya bendecidos y por quienes justicia claman.

Y gime el gemido de la tierra desde su profunda identidad

así y todo, nos maravilla desde su inmensa generosidad

y medrosos seguimos llorando, porfiados todavía dudando.

Escuchemos calmos el canto de nuestras aguas

inhalemos conscientes el espíritu de nuestros suelos

acariciemos la ternura de nuestras plantas,

enmendemos rogando la aquiescencia de los dioses

y seamos agradecidos desde los culposos llantos.

 

Abracemos la querencia de todos los nuestros,

sólo así, habremos de volver a la vida y a sus razones

sólo así, podremos ser libres de nosotros mismos, y

la naturaleza encontrará la paz que le arrebatamos.

 

Sólo así dormiremos arrullados en su reencuentro

refrescados por polícromos y aromáticos vientos,

gracias a la benevolencia de los astros y de sus hermandades

las flores y sus pétalos destellarán y con su sosiego, la luna ilumina.

 

Javier González-Olaechea Franco

 

Lima, Perú, mayo del 2020

Tierra de Apus y otros habitantes

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