El camino deseado y necesario

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Vaya suerte la de nuestro país, sufrido, complejo y entrañable,
aquel que nos obliga a seguir justamente cuestionándonos,
un destino permanentemente rebelde y escaso,
un proyecto casi por definición inacabado.

La economía familiar de los hogares rozando y rezando,
los esfuerzos no retribuidos de cuerpos de energía inagotable,
la resignación de almas ambulantes y esquineras,
que miran para todas partes al asomo de una oportunidad.

El pomposo milagro peruano pierde el efecto hechicero,
con ello, la cotidianidad humedece los colores de la esperanza,
migrantes que se detienen con sus sueños mochileros,
iniciativas agonizan por nuestra pandemia burocrática.

El más humilde pierde la escuela y con ello todo,
el más poderoso pierde lo que llama compromiso con el Perú,
anemia productiva y social la que resulta contagiosa,
y a la que falazmente llamamos desaceleración.

Falta casi todo como en botica havanera o en choza de puna,
ante lacerante escasez, resalta la orfandad de valores inmateriales;
societarios, colectivos e individuales que cimenten arquitectura social.
Así el bicentenario aún carece de alimento, sueño y Nación.

Atropellados y disminuídos por sicariato, corrupción e ineficiencia,
no alcanza la protesta y la escasa propuesta. Fluye el desgano.
Indefinidos como proyecto de vida en común, así está el actuar;
motorizados por el individualismo, las ofertas y la chabacanería.

Hace falta la remoción de los escombros del cuerpo social con metástasis,
es mandatorio el brillo y reinado de las virtudes ciudadanas,
y así como se construyeron otras grandes naciones,
la peruana debe ser tejida con la diversidad de su selva,
brillar con el sol prístino y andino de su bandera
y animarse con la esperanza porfía y recta de nuestras miles de madres solteras.

Cierro los ojos y no encuentro razones pétreas que impidan ver la luz,
sufridos, justos, emprendedores y visionarios deben surcar el camino,
andar esclarecido que cierre brechas estructurales e insuflen corazones,
republicanos que se reconozcan en su himno, cantado siempre a media voz.

No alcanza un cambio maquillado, grandilocuente y politizado.
No persistamos neciamente en la hipertrofia legislativa.
Es menester hacer catarsis estructural, axiológica y social;
No puede haber camino necesario y deseado,
sin construir una verdadera república compartida,
y ello obliga a extirpar y desterrar con valores y acción su caricatura expandida.

Lima, octubre del 2014

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